He soñado con aquellas bellas moradas,
que ninguno ha visto en este mundo jamás;
de belleza que no puede ser comparada,
pues la gloria del Señor se encuentra allí.
Mucho más hermoso que el sol al ponerse,
o el reflejo del rocío en una flor,
es aquel encuentro para los redimidos;
pues valió la pena aquí luchar y vencer.